Mónica Tanco Crespo. Psicóloga, Orientación Psicoanalítica
MOTIVOS DE CONSULTA
Adultos
- ansiedad
- depresión
- baja autoestima
- inseguridad
- trastornos alimenticios
- dependencias
- fobias
- obsesiones
- dificultades en las relaciones
- falta de deseo sexual
- problemas relacionados con el embarazo
- enfermedades psicosomáticas
- duelos por pérdida, separación o muerte
Si deseas pedir una cita o realizar alguna pregunta, puedes ponerte en contacto con Psicología Mónica Tanco -
Adolescentes
- ansiedad
- malestar emocional o físico
- problemas escolares
- trastornos alimenticios
- inseguridad
- timidez
- dependencias
- abuso de sustancias
- fobias
- obsesiones
- dificultades en las relaciones
- problemas familiares
- duelos por pérdida, separación o muerte
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Problemas de pareja
- crisis en la relación
- celos
- infidelidad
- fuertes conflictos y frecuentes discusiones
- dificultades de comunicación
- problemas derivados de la paternidad-maternidad
- dificultades sexuales
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Acerca de motivos de consulta
Detrás de una petición de ayuda siempre hay sufrimiento, muchas veces en forma de ansiedad o angustia, otras es una tristeza como nunca antes se había sentido o incluso, es la pareja u otra persona la que te animó a llamar.
En cualquier caso, en una primera sesión, puede haber incertidumbre, cierto recelo, muchas preguntas…
Se trata de ir pudiendo hacer de tu motivo de consulta, alguna respuesta a preguntas que igual ni te hiciste, y que de alguna manera hagan que puedas ir sintiendo menos dolor, más tranquilidad y puedas ir resolviendo lo que te trajo,
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Nomandland y los duelos no resueltos
A veces las historias marginales, son traídas al mundo de los que piensan que saben como es, y su ritmo establecido.
A veces estas historias, con apariencia de rareza o difuminadas por la extravagancia, nos cuentan algo de lo universal y cotidiano.
Esto es lo que me ha pasado con Nomadland, una película premiadísima el año pasado.
Sus personajes quedan golpeados casi mortalmente por la pérdida, de un ser querido, de su tierra, de su casa… y quedan arrancados de la vida. A la deriva, desarraigados, en una tierra de nadie, que intentan hacer suya por momentos.
Son los efectos, que una pérdida emocionalmente significativa puede tener en nuestra vida. (pérdida de un ser querido, enfermedad que nos limita la vida, ruptura de pareja, pérdida de una casa, distanciamiento en una relación muy importante, pérdida de mascota,…)
Afortunadamente, a través del proceso del duelo, podemos incorporar esa falta a nuestra a vida y aprender a vivir con ello.
Pero los personajes han quedado ahí, suspendidos en un tiempo atrás, donde miran al pasado y el futuro les parece ajeno. Son como muertos en vida, errando, donde por fortuna, a veces se encuentran entre ellos y aparece la vida en un aliento de calor, de amor, cariño y cuidado.
Es en el personaje principal, donde se ve, la posibilidad de hacer esto, y la dificultad de mantenerlo. Por lo que es lanzada otra vez a su propia espiral.
Y es que este personaje, podría representar a muchas personas que acuden a terapia, porque sin saber por qué, les cuesta comprometerse con las personas, o con sus carreras, o viven una tristeza interna que los tiene apartados casi de la vida. Porque cuando uno a perdido algo con mucho dolor, volver a vincularse da miedo, pero a veces es la única manera de dejar de sufrir.
"Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su modo"
"Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su modo". Así arrancaba Tolstoi con su obra Anna Karenina. Desde que la leí hace muchos años, me fascinó la magnitud de lo sugerente de estas pocas palabras.
Efectivamente, cuando mostramos una foto de nuestra feliz familia, la imagen no tiene gran interés, es una más del montón. Pero si podemos hablar en profundidad de nuestra familia y nombrar aquello que las fotos felices no recogen, la diferencia entre ambas realidades despliega ante nuestros ojos sus rasgos únicos.
De estas diferencias nos cuesta hablar. Por eso, cuando en terapia empezamos a exponer las infelicidades características de nuestra familia, es frecuente sentir que, de alguna manera, cometemos una traición, como si desveláramos una imagen deformada y atroz de algo tan querido.
Y es que las diferencias asustan. Lo propio, lo que a cada persona conforma en su subjetividad, da miedo. En numerosas ocasiones, cuando pregunto algo a un paciente, aparecen respuestas similares a estas: "pues lo normal", "como la mayoría", "como todo el mundo”...
Aparece la apisonadora de la normalidad que todo lo iguala e intenta borrar cualquier huella de que yo estoy en mis palabras, de mi particularidad, de mi manera única de sentir o pensar el mundo. Porque, si dejo espacio para que aparezca mi diferencia, también puede aparecer una sensación de soledad, como si llevara un traje rojo en una sala donde todos visten de negro.
Nuestra divergencia a ratos nos incomoda. Hablar de nuestras infelices diferencias, puede abrir un camino para entendernos, para hacerse cargo y resolver. Y a lo mejor, hasta nos guste vestir de rojo.
Sobre el Psicoanálisis
El psicoanálisis, además de una teoría, método o práctica, es fundamentalmente una experiencia. Durante el análisis se percibe que algo diferente está ocurriendo porque surgen preguntas, se abren sentidos nuevos y se conectan pensamientos que, más allá de entenderse o no, ayudan a llevar de otra manera los problemas y dificultades de la vida.
Aunque existen muchas referencias cinematográficas o literarias sobre el Psicoanálisis, muchas veces no sabemos en qué consiste exactamente. Personalmente, he encontrado mucha curiosidad, pero también mucho rechazo o incluso cierto miedo.
La diferencia fundamental con otras terapias es que se trabaja con el inconsciente. Según Freud (su fundador) no podemos acceder al inconsciente directamente, pero sabemos de él porque nos afecta y nos influye diariamente. Un ejemplo, ¿cuántas veces hemos dicho que no volveremos a hacer algo y llegado el momento, no sabemos cómo, lo repetimos y sufrimos una y otra vez por lo mismo?
El inconsciente se manifiesta en sueños, chistes, actos fallidos ("equivocaciones", olvidos) y síntomas. La manera de trabajar en análisis es con la palabra y la escucha, con la invitación a hablar de lo que la persona quiera. Al principio, se abordará el sufrimiento cotidiano y posteriormente, se traerá otras cuestiones.
Es muy usual que el/la analista invite a la/el paciente a que hable del pasado, de la infancia, porque los sufrimientos son a menudo una dolorosa e inconsciente repetición de una situación originaria.
Se trata de ir descubriendo el origen del sufrimiento y resolver de una manera particular y única esos conflictos nunca antes visitados.
En cuanto a la duración del análisis, depende de lo que cada persona quiera conseguir. La gran mayoría de las personas notan efectos de alivio y de mejora sintomática en las primeras sesiones, pero resolver los conflictos que están detrás del dolor emocional llevará más tiempo. En el proceso, pueden presentarse momentos de dificultad anímica, precisamente se están trabajando asuntos fundamentales.
Hay personas que temen hacerse "dependientes de la terapia". Pero lo que realmente ata y crea dependencia son los síntomas, de los que es difícil deshacerse en solitario. Por eso, se necesita ayuda profesional para poder acceder a lo que el dolor llevó a reprimir de la propia conciencia.
Es en la relación con el/la analista (la llamada transferencia) donde el/la paciente podrá revivir sus conflictos. Y esto le permitirá resolverlos de otra manera diferente y ventajosa. Por eso, la relación con un profesional es el elemento facilitador del proceso.
Si crees que puede ser una forma de abordar tus problemas o tienes alguna pregunta, ponte en contacto conmigo y te atenderé encentada.