Publicado: 25 de Junio de 2021

A veces las historias marginales, son traídas al mundo de los que piensan que saben como es, y su ritmo establecido.

A veces estas historias, con apariencia de rareza o difuminadas por la extravagancia, nos cuentan algo de lo universal y cotidiano.

Esto es lo que me ha pasado con Nomadland, una película premiadísima el año pasado.

Sus personajes quedan golpeados casi mortalmente por la pérdida, de un ser querido, de su tierra, de su casa… y quedan arrancados de la vida. A la deriva, desarraigados, en una tierra de nadie, que intentan hacer suya por momentos.

Son los efectos, que una pérdida emocionalmente significativa puede tener en nuestra vida. (pérdida de un ser querido, enfermedad que nos limita la vida, ruptura de pareja, pérdida de una casa, distanciamiento en una relación muy importante, pérdida de mascota,…)


Afortunadamente, a través del proceso del duelo, podemos incorporar esa falta a nuestra a vida y aprender a vivir con ello.


Pero los personajes han quedado ahí, suspendidos en un tiempo atrás, donde miran al pasado y el futuro les parece ajeno. Son como muertos en vida, errando, donde por fortuna, a veces se encuentran entre ellos y aparece la vida en un aliento de calor, de amor, cariño y cuidado.

Es en el personaje principal, donde se ve, la posibilidad de hacer esto, y la dificultad de mantenerlo. Por lo que es lanzada otra vez a su propia espiral.


Y es que este personaje, podría representar a muchas personas que acuden a terapia, porque sin saber por qué, les cuesta comprometerse con las personas, o con sus carreras, o viven una tristeza interna que los tiene apartados casi de la vida. Porque cuando uno a perdido algo con mucho dolor, volver a vincularse da miedo, pero a veces es la única manera de dejar de sufrir.